De vuelta a los paseos por el campo en esta primavera con aspecto de invierno, vamos encontrando que las flores vuelven a poblar nuestros paisajes. De entre las abundantes matas amarillas del pimpájaro (Brassica barrelieri) aparecen algunas otras como adelanto de los cambios de colores que se irán produciendo con el paso de la primavera.
Empiezan a aparecer corros de flores moradas que producen un contraste cromático y que atraen a numerosos insectos polinizadores.
Entre estas plantas, algunas de las más abundantes pertenecen a los géneros Lupinus y Orchis.
En nuestra sierra, encontramos dos especies del género Lupinus: L. angustifolius (altramuz, altramuz azul), el más abundante, que puede alcanzar hasta el metro de altura con flores que se reúnen en racimos terminales en número de hasta 30 de un color azul muy intenso; y Lupinus hispanicus (altramuz, alberjón), de menor tamaño (70 cm) y con flores en menor número de color rosado o lila.
Ambas especies son tóxicas para el ser humano y el ganado. No confundir con Lupinus albus, de flores blancas y de donde se sacan los altramuces o chochos que una vez eliminada su toxicidad mediante su inmersión en salmuera se toman como frutos secos o harina.
Entre las orquídeas, las más abundantes son Orchis mascula (cañamón, sangre de Cristo) con unas inflorescencias muy densas de hasta 46 flores de color rojo-purpura; y Orchis morio (satirón, amor de dama) con inflorescencia poco densa de color violáceo.
Como curiosidad hay que recordar que Orchis significa testículo y se debe al parecido con los tubérculos gemelos de donde nacen estas plantas. Por ello, se les suponían un efecto afrodisiaco para aumentar el vigor masculino muy popular entre griegos y romanos.
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