Según el último informe publicado por la UNESCO sobre la ciencia, las mujeres son una minoría en el mundo de la investigación, tienen un acceso más restrictivo a la financiación y están menos representadas en los órganos de gestión de las principales universidades.
Las regiones con mayores mujeres investigadoras son Europa Suroriental (49%), Caribe, Asia Central y América Latina (44%). África Subsahariana posee un 30% de investigadoras y Asia Meridional un 17%. Filipinas y Tailandia alcanzan una cuota de 52% de investigadoras, mientras que Japón solo llega al 14% y Corea del Sur al 18%.
A nivel mundial el 53% de los estudiantes universitarios son mujeres pero en los cursos de doctorado solo representan el 43%.
Todo ello tiene su reflejo en los Premios Nobel. El 97% de los premiados en cualquier ámbito han sido hombres. Pero alguno de los científicos premiados solo lo fueron por ser hombres ya que las verdaderas descubridoras e investigadoras eran mujeres.
Así, por ejemplo, Chien-Shiung Wu (1912-1997) física china-estadounidense, participó en el Proyecto Manhattan para el enriquecimiento de uranio y fabricación de la bomba atómica. Realizó experimentos que validaron las teorías de dos investigadores, Lee y Yang, rebatiendo la ley de la conservación de la Paridad. En 1954 a Lee y Yang les concedieron el Premio Nobel de Física por estos descubrimientos pero a Chien-Shiung Wu no se la cita.
La química inglesa Rosalind Franklin (1920-1958), descubrió la doble hélice del ADN en 1951, fotografiándola con rayos X. En 1953, Watson y Crick publicaron un estudio desarrollando la teoría de la doble hélice con la imagen que había obtenido Franklin en 1951. Watson y Crick recibieron el Premio Nobel por sus descubrimientos del ADN en 1962.
Lisa Meitner (1878-1968), física austriaca-sueca que junto a Otto Hahn, descubrió como la fisión del uranio producía gran cantidad de energía y daban paso a la teoría atómica y a la radiactividad. Por estas investigaciones, le fue concedido a Otto Hahn el Premio Nobel de química en 1944. Una de las causas de su no reconocimiento, al parecer, es que era judía.
Esther Lederberg (1922-2006) microbióloga norteamericana, fue pionera junto a su marido Joshua Lederberg, de la genética bacteriana. Fue responsable del descubrimiento del bacteriófago lambda, un virus que afecta a las bacterias; la transferencia de genes entre bacterias mediante transducción; la técnica de réplica en placa y el descubrimiento del factor de fertilidad bacteriana. En 1958 Joshua Lederberg recibió el Premio Nobel de medicina por los avances realizados en la genética, sin mencionar en ningún momento a Esther.
Que estas líneas sirvan de reconocimiento a todas esas mujeres que nunca fueron reconocidas por el simple hecho de su condición femenina.