Una de las aves más vistosas de la avifauna española ya está de vuelta entre nosotros para reproducirse: el abejaruco (Merops apiaster). Este pájaro que alcanza hasta los 29 cm de longitud, llega en el mes de abril ocupando toda la Península excepto Galicia, Cantábrico y los Pirineos, quedándose hasta septiembre, una vez que los jóvenes ya tienen suficiente fuerza para emprender el salto del Estrecho e ir a invernar al África tropical.
Lo más llamativo de esta ave es la combinación de colores de sus plumas. Tiene el dorso rojizo, amarillo y verdoso. La parte inferior del cuerpo, azulado. La garganta es amarilla y tiene antifaz negro. Además, el iris del ojo es de color rojo sangre. Si añadimos un pico largo y curvado, con dos plumas centrales largas en la cola, tenemos una de las aves más coloridas de la Península.
Su canto es como el sonido de un silbato que de forma incesante se escucha a larga distancia durante el vuelo.
Vive en colonias, haciendo sus nidos en túneles que construyen en cortados y taludes arenosos. Al fondo, se sitúa la cámara de cría.
Se alimentan de insectos al vuelo o esperándolos en tendidos eléctricos. Cazan libélulas, avispas, mariposas y, sobre todo, abejas por lo que suelen ir a colmenas, con el consiguiente enfado de los apicultores.